Hace 41 años, cuando comenzaba 1978, Alfredo Salazar Rivas (+), entonces presidente de Wilstermann, estaba en Buenos Aires buscando jugadores para el club y vio a un fornido zaguero argentino formado en San Lorenzo de Almagro. Él y dos compañeros más aceptaron pasar una prueba en Bolivia. Esa es parte de la historia en el fútbol boliviano de Raúl Eduardo Navarro, quien llegó para jugar sin imaginarse nunca que iba a echar raíces en esta tierra.
Eran tiempos en que para los hombres estaba de moda lucir cabello largo y Navarro se diferenciaba de sus compañeros del “aviador” por ese estilo.
Sus amigos que vinieron con él a prueba no pudieron acostumbrarse y decidieron regresar a su natal Argentina.
Él, por su estatura imponía presencia física en el área; entonces jugó cinco temporadas en el Rojo, club con el que se identifica más, aunque también estuvo un año en Bolívar, otro en Oriente y después en Destroyers, donde se retiró.
“Había que meter pierna fuerte. La gente que vio el fútbol de esa época ya se debe acordar lo difícil que era marcar a Ovidio Messa, a Carlos Aragonés, Erwin Romero, Porfirio Tamayá Jiménez, Raúl Baldessari, Jesús Reynaldo o Jorge Lattini, futbolistas difíciles de controlar”.
Su mejor época en el “aviador” fue durante el bicampeonato de 1980 y 1981, con el brasileño Jairzinho como estandarte de un equipo que llevaba multitudes a los estadios en los que se presentaba.
“Creo que antes había mejores jugadores y el fútbol era más atractivo, los equipos ponían un solo volante de marca, en nuestro caso Johnny Villarroel, de ahí en más eran todos de vocación ofensiva. Teníamos a Jairzinho, Gastón Taborga, César Enríquez, Freddy Salguero y Freddy Vargas. También llegaron dos paraguayos (Patricio Aveiro y Odelio Olmedo), un equipo que atacaba”.
Con el chileno Víctor Eduardo Villalón, Juan Carlos Trigo y Carlos Arias formaban la defensa en la que también alternaban Windsor del Llano, Miguel Bengolea, Wilge Torrico y Hernán Santiváñez.
Los cuatro años en Cochabamba hicieron que Navarro le agarre un cariño especial a Wilstermann, club que lo tiene como uno de sus emblemas, pues en la celebración de un aniversario de fundación fue uno de los invitados junto al brasileño Jairzinho.
Al recordar la llegada del mítico futbolista campeón del mundo dice que el hecho fue una noticia que trascendió a escala internacional.
“Nadie se imaginaba que Jairzinho fuera a llegar al club, fue una satisfacción muy grande jugar con alguien de esa talla, campeón del mundo en 1970, era un jugadorazo el hombre”, recuerda.
El “aviador” fue la sensación en esos dos años en los que obtuvo el bicampeonato y fue el primer equipo boliviano en superar la fase de grupos de la Copa Libertadores de América. “Fue una linda experiencia esa campaña, la definición para clasificar fue con The Strongest y ganamos”.
En 1983, Bolívar debía jugar la Copa Libertadores de América frente a Blooming y los brasileños Gremio y Flamengo, y uno de los fichajes que hizo Mario Mercado (+) fue la del lungo zaguero.
“En esos años uno se manejaba con el pase, un día me dijeron que me debía ir a La Paz para jugar en Bolívar, donde también hice una buena campaña, y en enero de 1984 pasó lo mismo con mi cesión a Oriente Petrolero, con el que también jugué Libertadores”.
Después se marchó a Destroyers, donde se rompió el tendón de Aquiles que precipitó su retiro de las canchas de fútbol en 1987. “Fue en un partido contra Oriente, me lesioné solo, estaba parado en la cancha y sentí como si alguien me hubiera golpeado, fue algo muy fuerte y caí al piso. Luego de pensar un tiempo dije que era mejor irme del fútbol calladito”.
El “ruso” Navarro (izq.) con Jairzinho en el Wilstermann de 1980. Foto: Raúl Eduardo Navarro
Boliviano desde 1983
Se naturalizó boliviano en 1983, cuando todavía jugaba en Oriente Petrolero, lo hizo por el cupo de extranjeros, pero nunca fue convocado a la selección nacional. “Es que había buenos jugadores en mi puesto, recuerdo que Rolando Coímbra era un titular. La verdad es que no me dijeron nada de jugar con la camiseta del país”, señala Navarro.
Retirado de la actividad deportiva, decidió establecerse en Santa Cruz. “Había idas a Argentina que no eran prolongadas y vueltas a Bolivia donde estoy ya 41 años”, recalca.
No se animó a estudiar para director técnico “porque entre hacer una y otra actividad dejé pasar esa posibilidad y ahora creo que estoy un poco viejo para hacer algunas cosas. Hasta las chapas están volando”, matiza en referencia a que la larga cabellera es un lindo recuerdo de su juventud.
Su presente es la actividad comercial, se dedica a la venta de comestibles. “Creo que me va bien”.
Señala que con sus familiares en Argentina tiene solo contacto telefónico. “Cuando mi padre murió, traje a mi madre a Santa Cruz y ella también falleció y está sepultada aquí. Solo hablo con mis primos para seguir en contacto”.
Vino de Argentina
Raúl Eduardo Navarro nació el 27 de diciembre de 1954 en Santa Lucía, una localidad del partido de San Pedro, provincia de Buenos Aires, Argentina.
Esposa y una hija
Su esposa es Rossmery Albis, con quien tiene una hija: María de los Ángeles, que cursa estudios universitarios en su Santa Cruz natal.
Carrera en Bolivia
Hizo las divisiones inferiores en San Lorenzo de Almagro, de ahí vino a Bolivia para jugar en Wilstermann, Bolívar, Oriente y Destroyers.
‘Ruso’ le puso del llano
Windsor del Llano, su compañero en Wilster, le puso el apodo: “Aquí y allá era Ruso, Ruso y se me quedó, incluso ahora me llaman así”.
Mutual y en el estadio
Alianza es su equipo en la Mutual de ex Jugadores de Santa Cruz y de vez en cuando va a los partidos de la División Profesional.