Desde entonces, la Copa Libertadores y el título nacional fueron señalados como los dos objetivos primordiales, el horizonte y el parámetro que dicte el buen o mal rendimiento del equipo, como retribución a una generosa inversión económica de los nuevos dirigentes, además del firme patrocinio de más de media docena de empresas locales.
Cuatro torneos y casi dos años más tarde, si el éxito se midiese por la obtención de los citados objetivos, la campaña de los aviadores podría resumirse en una sola palabra: fracaso.
Sin embargo, cómo se puede crucificar a una administración que realizó inversiones importantes y que logró posicionar marca y nombre como ni se imaginaba en gestiones recientes e incluso en las denominadas épocas doradas.
Paradójicamente, administraciones con inversiones y contrataciones tan discretas como las que llevaron a Wilsterman al descenso y otras que luego lo devolvieron a la Liga, alcanzaron título y Libertadores.
La respuesta apunta en la falta de experiencia, que se sobrepuso a la buena voluntad de las empresas, al cariño de la hinchada y a la nutrida chequera de la actual dirigencia.
El problema es que se hizo lo contrario de lo que recomiendan los experimentados dirigentes del fútbol nacional. Por ejemplo, se permitió que un entrenador armase el equipo a su gusto y antojo, sin un contrapeso técnico-administrativo. Tras un lógico fracaso, luego se hizo justamente lo opuesto. Se armó el equipo sin consultar con el entrenador, que llegó a arreglárselas con lo que tenía. ¿Y qué tenía? jugadores nacionales que pasaron lesionados temporadas completas en otros clubes o al margen por bajo rendimiento, extranjeros desconocidos y “refuerzos” que llegaron para la B.
Hubo hasta una mala habilitación. La dirigencia pagó derecho de piso.
Inversión, apoyo y confianza en Wilster
Wilstermann se ha convertido en una de las empresas deportivas más confiables. Pese a que sus resultados deportivos aún no han dado los mejores resultados, la confianza del hincha, empresa privada, Gobierno y la inversión dirigencial han alcanzado cifras sin precedentes.
El hincha aviador es uno de los más fieles del país. Una media de 8.000 personas llega al estadio Félix Capriles cada fecha, además de otros 4.000, que son socios del club.
El presidente Evo Morales dio un apoyo de 120.00 dólares para la mejora del Complejo de Alalay y ofreció una cifra similar, a la conclusión de las obras.
La puja entre Cordillera y Taquiña dejó a esta última en el pecho de la camiseta de Wilster, con un aporte de aproximadamente 90.000 dólares por dos gestiones, además de premios por conseguir torneos internacionales. Viva, Coca Cola, BoA, Banco FIE y otras empresas dejan entre 15 y 50.000 dólares anuales cada una, por un lugar en la camiseta.
En contramano, el club debe solventar una planilla que siempre bordea los 100.000 dólares mensuales desde su vuelta a la Liga. A eso deben sumarse los aportes propios de los dirigentes y los de sus empresas que, según una fuente cercana a ellos, siempre aportan para completar sueldos y obras.
Pero si hay apoyo, inversión y confianza ¿por qué no hay buenos resultados? La respuesta, según dirigentes y periodistas del medio, apunta a jugadores.
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