La expectativa por ver el partido del domingo (16:00) ha crecido de tal modo que las 24 mil entradas que puso el club a la venta el pasado jueves, se agotaron en cuatro horas ese mismo día.
Esa cifra no pudo colmar la demanda de los aficionados que no quieren perderse una posible vuelta de campeón de Wilstermann. Por ello, permanecieron en filas en los puntos de venta como el estadio Félix Capriles y la sede del club en la calle Ecuador.
Caos entre los aficionados, peleas con los revendedores, bloqueos esporádicos de vías en la zona del estadio en Cala Cala y hasta una intervención policial, fueron las consecuencias de la falta de entradas y el excesivo costo de los boletos en la reventa, que llegaron a subir hasta cuatro veces su costo original.
Uno de los episodios más violentos fue el que se produjo por la mañana cerca del estadio Félix Capriles. Más de medio centenar de hinchas increpó a los revendedores por los elevados precios. La respuesta prepotente de los comercializadores de boletos desembocó en una pelea entre ambas partes.
Gente corriendo por las calles, golpes y discusiones acaloradas cobraron calles adyacentes como la avenida Libertador Bolívar. Pero cuando el problema parecía agravarse, llegó la Policía que intervino y medió en el problema.
Después de una media hora de acaloradas discusiones, finalmente volvió la calma. Sin embargo, los hinchas continuaron sus protestas y bloquearon fugazmente algunas calles. Luego se trasladaron hasta la casa del presidente de Wilstermann, donde demandaron una respuesta a su pedido de entradas.
Vargas calmó las aguas conversando con el grupo de hinchas, aseguró que ya no se podía hacer nada y que la totalidad de las entradas se había vendido. “Podríamos poner a la venta hasta 40 mil entradas, pero lo que nos importa es la seguridad. Y por seguridad, hemos visto por conveniente vender las 24 mil y nada más. Lo sentimos mucho”, explicó.
Pese a la explicación, los hinchas no se conformaron y luego señalaron que permanecerán en busca de boletos, pues consideran que los revendedores deben bajar sus precios.
Las redes sociales como facebook se convertieron en otro espacio de reventa de entradas, con la misma lógica de multiplicar los precios.
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