Raúl llegó a Bolivia en el año 2015, en un momento político muy complicado entre Bolivia y Chile, debido al tema marítimo. Lo hizo para jugar en Universitario de Sucre. Con relación a ello recuerda: “Lo primero que vi en las noticias fueron los problemas por el tema marítimo entre nuestros países, pensé que las cosas se venían difíciles para mí. Gracias a Dios, me recibieron con mucho cariño en Sucre y en Cochabamba, demostrando que no existen rivalidades entre nosotros y que ese es, sobre todo, un problema entre políticos”
“Somos hermanos, no existen barreras entre bolivianos y chilenos. Solo que cada uno pertenece a un país, pero ante los ojos de Dios todos somos iguales”
La Araña cuenta que vivió un momento difícil cuando perdió la titularidad en el arco de Wilster. “Nunca culpé al técnico ni a nadie. Calladito agarré mis guantes y mis botines y me puse a entrenar el doble para volver y afianzarme”
A sus 28 años está decidido a hacer crecer su escuela de fútbol en Chile, misma que maneja su padre en el país trasandino, donde ya tiene alrededor de 20 alumnos. Asegura que su hija Matilda, de 6 años, le ha cambiado la vida y le ha enseñado a madurar.
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