Julio Alberto Zamora está a punto de hacer realidad uno de sus sueños y de paso acabar con una sequía de seis años sin títulos para que los hinchas de Wilstermann disfruten. El DT argentino habló con DIEZ y le confió muchas cosas. Dice haber elegido Cochabamba como su segunda casa porque allí encontró la felicidad y que una señal en su vida lo llevó a asumir el reto de dirigir al rojo aviador, en las puertas de ser campeón.
¿Esta es la oportunidad que usted estaba esperando?
Todos los entrenadores soñamos con dirigir un equipo y en algún momento dar la vuelta olímpica, pero no es el momento que estaba esperando sino la oportunidad que, como ser humano, se me tenía que dar en un equipo que, cuando vine como jugador, me trató muy bien y después, de entrenador, anhelaba dirigirlo.
Cuando lo llamaron, ¿se imaginó llegar tan lejos?
En realidad me quedé a vivir en Cochabamba después de que me fui, en 2010, a dirigir a Perú. Después volví para quedarme en esta linda ciudad, de la cual soy parte.
¿Por qué se quedó?
Porque me gusta la ciudad, la gente me trata muy bien y en un momento mi hijo enamoró con una chica de acá. Con mi esposa estábamos solos en Rosario y de esa manera decidimos volver para quedarnos a vivir en Bolivia.
Entonces, ¿la decisión se hizo más fácil?
Se hizo fácil, sí. Hablé con el presidente y se tomó la decisión de agarrar el mando en enero.
Y en la calle, ¿cómo lo saluda la gente de Aurora?
En realidad, cuando empezó esto en enero no tenía el agrado de todo el mundo, pero cuando uno empieza a trabajar y suceden estas cosas, todo va cambiando.
Los equipos grandes tienen presión, como en todos lados, ¿en Wilstermann se siente?
Sí, se vive bastante. Cuando empatamos 1-1 con Oriente la gente se enojó mucho, estaba muy nerviosa. Hay equipos que si están peleando en mitad de tabla está bien, y hay equipos que necesitan pelear siempre los campeonatos, Wilstermann es uno de esos grandes, por eso la gente a veces se pone nerviosa.
¿Los nervios son porque no gana un título desde 2010?
La gente a veces se desilusiona por tantos años de no pelear nada. Juegan una Copa Sudamericana y está bien, pero la gente quiere otras cosas...
¿Cuál ha sido su aporte más importante en este equipo?
El trabajo, creo que no hay otra manera de aportarle al equipo. Me gusta ser sincero con los jugadores y no mentirle, tratando de no lastimar a nadie cuando se toma una decisión de sacar o poner a alguien. Me parece que esa es una de las virtudes que tiene este cuerpo técnico, de unir el grupo, de que miremos todos para el mismo lado.
Hay jugadores que no tenían regularidad en otros equipos pero en Wilstermann demostraron que son importantes, ¿de qué depende?
De que el entrenador le dé la confianza que necesita, de una relación sincera entre el jugador y el entrenador, sin mentiras. Se puede ganar o perder, pero si uno siempre va con la verdad es mucho más sencillo que el jugador levante cabeza y empiece a jugar mejor. Es así de simple.
¿Qué tiene Wilstermann que no tienen otros equipos?
No podría contestar esa pregunta porque no sé como se manejan los demás, pero sí puedo decir que acá hay un buen grupo, que sabe lo que quiere y hacia donde va. Estamos muy unidos los directivos, jugadores, cuerpo técnico, masajistas y utileros. Estamos bien encaminados.
En la vida como en el fútbol siempre hay una señal que dice algo, ¿después de qué partido se dio cuenta usted que su equipo tenía herramientas para ser un serio aspirante a campeón?
Hay señales, sí. En enero del año pasado estuve a punto de agarrar este equipo, pero algo me dijo que no, por los problemas económicos y de dirigentes que había. Pero también hubo otra señal que me decía que tenía que hacerlo este año. Los dirigentes están bien, cumplen lo que prometen, nosotros hacemos nuestro trabajo, los jugadores trabajan muy bien, incluso en feriados y dobles turnos, sin quejas. Hoy estamos tranquilos y con una buena diferencia de puntos.
¿Usted armó este equipo, lo fue trabajando en el camino, o cómo fue?
Este equipo ya estaba armado, solamente llegaron Pirchio y Rodas. El equipo era el mismo del año pasado, nosotros pusimos a los jugadores en los lugares que correspondía y por eso está funcionando como ustedes ven.
Los logros son del equipo, es obvio, pero, ¿puede citar nombres de jugadores que están siendo clave en esta campaña?
Tendríamos que nombrar a todos, pero en un equipo siempre se siente cuando falta alguien, como Edward Zenteno. Me parece un jugador clave, no solamente para Wilstermann sino para la selección o el equipo que lo quiera; lo mismo que David Díaz, un jugador clave dentro y fuera de la cancha, u Óscar Díaz, que mucha gente no lo quería y yo dije que se tenía que quedar, porque me parecía un jugador interesante.
¿Hubo alguien que usted pidió y no pudo venir?
No. Los jugadores que quería estaban, y los dos que pedí me los trajeron (Pirchio y Rodas).
¿Qué tendría que pasar para que se le escape el título?
Todavía no lo tenemos en las manos porque faltan muchos puntos por jugar. Tenemos que pensar de que si vamos ganando partidos el camino se acortará cada vez más y llegará un momento en que estaremos mucho más cerca de nuestro objetivo.
¿Qué es lo que más le gusta de Cochabamba?
Me gusta el clima, la ciudad. En este corto tiempo que llevo he recogido bastantes amigos y he decidido quedarme acá porque me siento muy cómodo, y mi familia también. Cuando le hablé a mi esposa y a mis hijos de venirnos a vivir a Cochabamba no lo dudaron ni un momento.
¿Dónde quisiera dirigir?
(Se ríe) Como técnico iría donde me toque dirigir, pero para vivir me quedaría en Cochabamba.
Normalmente los candidatos para dirigir una selección salen de un equipo campeón, ¿a usted lo ilusiona?
A quien no le gustaría dirigir una selección. Si en algún momento tuviera el agrado de charlar y de tener una propuesta, seguramente la analizaré, pero a qué entrenador no le gustaría dirigir una selección, sea cual sea el país.
Usted que conoce las virtudes y defectos del fútbol boliviano, ¿qué cree que le falta para un despegue definitivo?
Primero que nada, sacarle de la cabeza a los jugadores que solamente se puede ganar por la altura. El jugador tiene que estar convencido de que se puede ganar con altura y sin ella. La altura es un ingrediente más que puede ayudar, pero hay que convencer al jugador de que se puede ganar en cualquier lado. Estamos en una diferencia importante con otros países y me parece que hay que trabajar más, con un proceso que incluya a las selecciones sub-18 y sub-20, porque desde ahí el jugador empieza a acostumbrarse a trabajar por su país.
¿Cree que Bolivia aún tiene chance de ir a Rusia-2018?
Creo que se ha complicado bastante. Si bien matemáticamente puede clasificarse, adelante no tiene a cualquier selección, tiene a Colombia, a Chile y a Uruguay, que ya se metió ahí arriba, además de Argentina y Brasil que son selecciones de mucho poder. Hay que dejar trabajar al entrenador para que tenga un proceso y un proyecto a largo plazo. No es que en dos meses la selección va a cambiar de un día para otro.
Siempre mirando a futuro, ¿a qué jugadores le gustaría tener en su plantel?
Ahora no pensamos en ningún jugador, pensamos en que se termine este proceso de la mejor manera y luego veremos quienes pueden irse o quienes podrían llegar. En Bolivia hay jugadores interesantes, por ejemplo me gustaría dirigirlo a Rudy Cardozo, me encanta ese jugador, también a Alejandro Chumacero, porque aplicándolo tácticamente puede dar mucho más de lo que tiene. En Wilstermann el equipo está muy bien, y feliz de estar dirigiendo a los jugadores que tengo.
¿A qué jugadores jóvenes observa con proyección?
Aquí en Bolivia se habla de jugadores jóvenes con 23 o 24 años, cuando en otros lados están debutando a los 17 o 18. Es muy difícil ver a esa clase de jugadores en primera a esa edad cuando no hay divisiones menores. Yo debuté a los 17 años, y a Rodas, que lo tengo acá en Wilstermann, lo hice debutar en Newells a los 15.
¿Qué tipo de entrenador es Julio Zamora?
Es muy difícil describirse a uno mismo.
¿Es calentón?
No, no. Si tengo que hablar con un jugador prefiero llamarlo al vestuario, intercambiando palabras, pero discutir fuera de la cancha, no corresponde. A veces somos también profesores que tenemos que dar el ejemplo. Cuando recién comencé me calentaba un poco, pero hoy ya no, me caliento y me enojo, pero esa calentura me la llevo al vestuario, no le hago ver a la gente que estoy caliente.
¿Ganar un título es como graduarse en su profesión?
Tuve la suerte de ascender a primera división con Belgrano, siendo subcampeón, y es como graduarse. No todo el mundo como jugador sale campeón, y los entrenadores, a veces, tampoco.
Los jugadores tienen una cábala antes de los partidos, ¿usted tiene alguna?
En realidad, no. A veces me visto con la misma ropa, pero cábala, no. Cuando era futbolista no creía en las cábalas porque sabía si jugaba bien o mal. Ahora como entrenador uno depende de un grupo de jugadores, así que las cábalas para un entrenador están de más.
De su etapa de jugador, ¿hay algo que esté poniendo en práctica ahora como entrenador?
Yo era un jugador ofensivo, me gustaba tener siempre el arco enfrente, y eso es lo que tengo como entrenador. Más allá de tener un equipo ordenado y que juegue bien, me gusta que mi equipo mire siempre para el frente
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