Ojo por ojo. Primero fue el arquero de Wilstermann, el paraguayo Arnaldo Giménez, el que se encargó de dejar “mal parado” a Darío el Pipa Benedetto al atajarle un penal ante la euforia de la hinchada azul y oro.
La buena intuición (el portero adivinó el disparo) lo convirtió, hasta ese momento, en la figura “parcial” del plantel aviador. No era para menos. Arnaldo dejaba en evidencia la sequía de goles del atacante xeneize, que llevaba nueve compromisos sin anotar.
Todo se dio vuelta a partir del complemento. En el minuto 63, el árbitro peruano Diego Haro decretó el segundo penal a favor del dueño de casa. Tras un breve consenso entre Benedetto y el capitán de Boca, Carlos el Apache Tevez, la suerte volvió a situar al meta del conjunto cochabambino frente al Pipa.
Esta vez, Darío no falló. Fulminó el arco del guaraní y se deshizo de la rabia contenida con una celebración que no pasó desapercibida y que mereció la locura en la Bombonera, que a esa altura festejaba el 2-0 parcial.
Wilstermann empezó muy bien el partido, pero el primer tanto, anotado por el joven Emanuel Reynoso, a los 36, lo rompió.
A partir de allí, todo el equipo se fue desinflando. Jugó a aguantar, lo que no le alcanzó para neutralizar a un Xeneize urgido y con hambre de goles.
Cristian el Pochi Chávez, emocionado por su “regreso a casa” (salió campeón en 2007 con Boca), fue el aviador que marcó diferencia. Pero una golondrina no hace primavera.
Es verdad. El arbitraje del peruano Haro fue muy cuestionable. Sin embargo, la realidad es que Wilster acabó sucumbiendo, a las claras, ante el poderío del subcampeón de la Copa América Libertadores 2018 de forma estruendosa (4-0).
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