lunes, 18 de agosto de 2014

Gurkas tienen mil hinchas para defensa del “imperio rojo”

La década del 90 iba a convertirse en la testigo que vería nacer a la “hermandad roja”, un concepto que, a juicio previo y erróneamente, algunos pueden asociar con la “fantasía” de una organización delictiva o clan religioso. Pues no es así.

La idea refiere a algo totalmente distinto y sí abocado al fanatismo por los colores del equipo aviador, el Wilstermann, esa devoción infinita que conduce a los barras bravas a hacer cualquier sacrificio en nombre del amor por su casaca y sus trapos.

Uno de los fundadores de la barra, M.C. (prefiere mantener el anonimato), relata que inicialmente eran contadísimos los integrantes del grupo que, hasta ese momento, no tenía nombre. Los hinchas alentaban a su club y se hacían llamar Zona Roja.

En 1999, esa hermandad iría a tomar forma y sentido de pertenencia bajo el nombre de Gurkas, esa “comunidad” que el 31 de enero pasado cumplió 15 años de existencia y es dueña de un abanico de calificativos.

EL ESTIGMA, ESA ESPINA. Cuando se producen incidentes vandálicos en partidos que disputa el Wilster, los dardos apuntan hacia los Gurkas. No es casual que esto ocurra, pues varios de ellos han desvirtuado el supuesto lema de la barra y entendieron mal la consigna: “Odiamos a todos por igual”, dice M.C.

Entiéndase “odio” en términos futbolísticos, es decir, el imperativo de no negociar y transar con hinchas de otros clubes. “Nunca hicimos ni haremos amistades con otras barras”. M.C. es claro en su afirmación.

DIVISIÓN INTERNA. Luego de una década y media, los Gurkas pasan los 1000 hinchas y están divididos según escuadrones por barrios, zonas y provincias. El gran número de integrantes hace que se produzca desorden y los líderes de los grupos no puedan controlar todo en el interior.

“El crecimiento generó problemas. A veces, algunos llegan tarde a los partidos y tratan de ingresar a la fuerza. Luego se provocan avalanchas y queremos entrar sí o sí. De ahí viene la violencia”, razona el hincha que prefiere resguardar su identidad y habla de posibles infiltrados.

Los Gurkas se identifican con guerreros británicos que combatieron para proteger la corona en el siglo veinte.

La violencia supera el control
La “voluntad de lucha” y su desvirtuación

Aunque el principio inicial del denominado “Imperio Gurka”, aparentemente consistía en proteger al equipo y al club mediante una serie de valores y códigos internos establecidos, parece ser que ello se fue desvirtuando conforme pasaron los años.

Los medios de comunicación han reflejado varios hechos de violencia en los que la barra brava del Wilstermann fue relacionada.

M.C., uno de los fundadores de los Gurkas, admite y lamenta que esto acontezca.

La creación de escuadrones y el crecimiento de la barra en los barrios han derivado en una falta de control interno.

“El Imperio es Wilstermann, la casaca de la sangre, la que es defendida junto con el fútbol y nuestros principios. Gurkas refleja la voluntad combativa de un grupo de personas que lucha por ideales y defiende un imperio”, resalta M.C.

Y es que la supuesta “voluntad combativa” se ha deformado.

Los incidentes antes, durante y después de los partidos (además de la represión para con los hinchas del equipo de turno adversario) del Wilster son la gran constante.

Sin embargo y pese a los disturbios varios que se generan en torno a la figura de esta barra brava tan particular, esta ha cumplido 15 años.

Una década y media de pasión sin límites en la que los hinchas más fieles han permanecido firmes, a pesar de las adversidades.

Relación con barras extranjeras

Aunque uno de los códigos internos de los Gurkas es no relacionarse, de ningún modo, con otras barras nacionales, los integrantes mantienen contacto con líderes de equipos de otros países.

M.C. comenta que la barra ecuatoriana Boca del Pozo, de Emelec, y la del Deportivo Independiente Medellín, de Colombia, son dos de las hinchadas con las que los Gurkas sostienen una buena comunicación, pero no sucede lo mismo con los Borrachos del Tablón (River Plate) ni con La 12 (Boca Juniors), de Argentina.

Es de suma rigurosidad para la barra brava del Wilster el hecho de no “negociar ni transar” con líderes de escuadrones de otras hinchadas bolivianas.

De no cumplirse esta norma interna, ello supondría un acto en contra del club, algo inimaginable para cualquier integrante de la barra.

“Jamás haremos ninguna relación con otras barras”, dice M.C.

La Banda y su exigencia musical

Si algunos suponen que los cánticos que cada domingo entonan los Gurkas, en aliento al Wilstermann, son producto de la improvisación, entonces caen en un error. Al menos así lo aclara M.C, uno de los fundadores de la barra brava cochabambina.

Las canciones (a pesar de ser tomadas de intérpretes y cantautores de géneros musicales) son modificadas por la Banda del Aviador, un grupo conformado por un integrante de cada escuadrón.

“El requisito para estar en la Banda es saber tocar algún instrumento. No cualquiera puede estar dentro, debe tener conocimiento de música”, explica M.C.

“Escuchamos lo que sucede en Argentina y Brasil. Vemos los cánticos que pegan”, describe.

Se reparten los cancioneros y también se los sube a Youtube, instrumento de internet en el que se comparten videos públicamente.


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