Pasó todo el encuentro con las manos cruzadas. Se las quitó solo para dar indicaciones a sus jugadores durante los 90 minutos, pero tras la amplia victoria de su equipo, Roberto Mosquera dejó la cancha con los ojos llenos de lágrimas, ante un estadio Félix Capriles que estuvo inmerso en euforia.
Todo lo que tuvo que contener durante los pasados días, por los resultados negativos en el torneo liguero y la fuerte crítica de la hinchada, al final se esfumó en el estratega.
Sonó el pitido final del compromiso ante Peñarol y los futbolistas aviadores se abalanzaron de la emoción hacia el técnico peruano, que en ese momento sintió un ambiente “de familia”, por lo que no pudo contener su mezcla de sentimientos y se dejó llevar por la alegría de un triunfo, que quedará marcado en la historia del club, por los 100 partidos internacionales, y por la goleada a un grande del fútbol continental como Peñarol.
El defensor Alex da Silva fue el primero en correr donde estaba Mosquera, y luego de aplaudirlo, lo abrazó. En eso, los demás jugadores se le acercaron gritando y saltando, festejando el resultado. Fue ese accionar que liberó las lágrimas de Mosquera.
Las cerca de 15 mil almas pintadas de rojo y azul postradas en el Capriles completaron el festejo. Voltearon su resentimiento hacia el técnico, que fue duramente criticado durante la semana, y le aplaudieron dándole, nuevamente, la confianza que había perdido.
“¡Mosquera puso todo!, ¡Mosquera no se va! o ¡Grande Mosquera!”, fueron algunos de los gritos que se escucharon por parte del público wilstermanista.
Durante el desarrollo del partido, el peruano se la pasó muy reservado. Se mostró todo el compromiso con los brazos cruzados y la seriedad que lo caracteriza.
Y es que por momentos solamente daba indicaciones, con las manos, a sus jugadores o agarraba una botella de agua para darle sorbos.
Tampoco festejó la media docena de goles que hizo su equipo, pero sus “guerreros en cancha” sí le dedicaron la victoria tras anotar uno por uno los tantos que levantó al gramado de la zona de Cala Cala.
Gabriel Ríos y Thomaz Santos no dudaron (tras marcar) en correr hacia Mosquera para abrazarle y agradecerle la confianza que sintieron por parte suya. También lo hizo Franco Olego, y no era para menos.
Al final, todos los hinchas Aviadores celebraron el triunfo, que les podría valer una clasificación, y abandonaron el estadio con una sonrisa en su rostro, que reflejó todo los vivido en esos más de 90 minutos, y con la firme esperanza de que Wilstermann se encamine en la Copa Libertadores de América.
De este espectáculo, también fueron protagonistas los exjugadores Rojos de 1966, que disputaron aquel memorable encuentro en la victoria (1-0) precisamente ante el equipo carbonero. Guery Ágreda y Jesús Herbas estuvieron alentando desde las tribunas y festejaron los seis goles que levantaron el ánimo de los cochabambinos.
Sorpresa y reivindicación aviadora
MOISÉS REVOLLO
Periodista deportivo
En su encuentro 100 por la Copa Libertadores de América, Wilstermann goleó al histórico Peñarol uruguayo, el mismo con el que iniciaron su participación en el certamen internacional hace 57 años en la ciudad de Montevideo, con otra goleada inolvidable.
El oportuno y tempranero gol del nacional José Gabriel Ríos, a los 6 minutos, su mejor incorporación, abrió claramente la senda para un triunfo inesperado, después de días inciertos en los que el equipo perdió cinco de seis puntos en condición de local, por la Liga del fútbol boliviano.
Este gol cambió el esquema del equipo carbonero, cediendo espacios para aumentar el marcador, mediante el naturalizado Thomaz Santos, a los 26 minutos, y el mismo Ríos, a los 31 minutos, lo que parecía un nocaut, en el primer tiempo.
Como se esperaba, el Peñarol reingresó con intención de jugarse al “todo o nada” y estuvo a tiro de empate, por la desconcentración defensiva de Wilstermann que permitió dos goles, a los 48 y 70 minutos de juego.
La expulsión de Ríos causó preocupación en filas del Aviador, pero afortunadamente se equilibró con la salida de Juan Boselli, por una acción violenta contra Fernando Saucedo.
Felizmente, el gol del capitán Edward Zenteno que se proyectó, descuidando la defensa, devolvió la tranquilidad en las tribunas del Félix Capriles, mucho más con el segundo penal convertido por el ingresado Rudy Cardozo, y el gol final en la cuenta de Franco Olego.
Vimos pasajes de buen fútbol aviador, engranando las tres líneas. En definitiva, una noche inspirada, que mereció nota sobresaliente para todo el plantel.
El resultado consigue la continuidad del técnico Roberto Mosquera, con el apoyo de los jugadores, pero tendrá que recuperar el cariño y respeto de los seguidores rojos que anoche volvieron a sonreír.
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