“¡Qué raro suena el 8-0!”, dijo, con tono sorpresivo, un comentarista de la cadena internacional Fox, en la recta final de la transmisión televisiva del partido que pudo ser el más importante de la historia de Wilstermann.
Y sí. Pocas horas antes del choque entre River Plate y el club cochabambino, las sensaciones de confianza en torno al 3-0 que logró el Aviador en la ida invitaban a soñar, a creer más que nunca, con todas las fuerzas, que el plantel boliviano podía eliminar al Millonario en su propia casa. Tamaña epopeya escrita sobre pasto de la que el conjunto cochabambino estuvo tan cerca.
Pero ni la semana entera cargada de sobredosis de optimismo, ni la esencia que salió de la confianza machacada, ni la lluvia que cayó en Buenos Aires pudieron con el plan que trazó Marcelo el Muñeco Gallardo, el DT que agrandó más su nombre de ocho zarpazos (su club goleó 8-0 al Hércules) con la posterior hazaña histórica, pues el equipo nunca había logrado remontar un 3-0 en su trayectoria dentro de Libertadores.
Sí lo hizo ayer, de forma apabullante, cuando las estadísticas no estaban de su lado y cuando se comenzaba a elevar la figura de una institución boliviana que se presentó con total humildad, que supo irse envolviendo en el misticismo que rodea a los héroes.
“No era fácil dar vuelta la serie. Había que pasar un mensaje fuerte. Lo sentí así y los jugadores hicieron lo propio”.
Era el desafío más grande de su carrera. Así lo había reconocido el Muñe tras el 3-0 del 14 de septiembre, en el estadio Félix Capriles. Fueron casi 168 horas (siete días) en las que el argentino repensó su propuesta, una que lo condujo hacia el éxito.
Con el sistema que apostó en el Monumental, Gallardo puso fin a la ilusión de una gran parte de Bolivia que decidió adoptar los colores del Rojo porque se trataba del único representativo nacional en el torneo continental y había que hacer fuerza de manera colectiva para que el calor fuera recibido por los 11 guerreros.
Eran 60.000 personas que alentaron a River frente a unas 2.500 que estuvieron allí para corear el nombre del Rojo. Cifras dispares, si las hay, en un compromiso que dejó en carrera al Millonario y fuera al Wilstermann del estratega Roberto Mosquera, que minutos después del resultado fue cuestionado por algunos periodistas bolivianos (varios se trasladaron al país vecino para seguir el partido) debido al planteamiento que presentó el peruano, con modificaciones respecto al once que actuó el 14 en el Capriles.
Hubo una gran caravana aviadora que acompañó al plantel boliviano hasta su última estación. No faltaron los Gurkas, la barra brava que se dispuso en un pequeño sector del estadio de Núñez para extender el aliento. También los residentes que viven en Buenos Aires, independientemente de que hayan sido o no de Wilster, se pusieron la camiseta.
El sueño vivió lo que el Millonario tardó en confeccionar a la perfección su juego e hilar la goleada.
Y si hubo crítica por el rendimiento de los jugadores bolivianos en la cancha del visitante, lo cierto es que la campaña hecha a lo largo de la presente edición copera pesa mucho más que un resultado.
Pesa también mucho más la gallardía de los 11 futbolistas bolivianos, que fueron quemando etapas, con sumo trabajo, para llegar a jugar el partido de ayer.
Puso garra el elenco dirigido por Roberto Mosquera, que se despidió del certamen con la convicción de que puede renovarse y estar presto para siguientes batallas.
No contó el Rojo con la audacia de Ignacio Scocco, el encargado de vapulear el arco de Raúl Olivares en una noche que fue suya como ninguna otra.
No falló River en ninguna de sus líneas. Fue prolijo, inteligente y lo suficientemente hábil como para crecer en el campo de juego que mejor conoce.
El golpe fue duro para el plantel cochabambino, que sumó también la decisión del Profe Mosquera, quien terminado el encuentro determinó poner su cargo a disposición porque consideró la caída como una “falsa actuación´ ante el “buen River Plate que los superó largamente”.
En las siguientes horas habrá que ver qué curso toma el presente del conjunto local.
De momento, hay dudas en torno al jugador Juan Pablo Aponte, que cayó golpeado durante el lance.
El Rojo debe reinventarse y continuar. Su campaña fue admirable y ha demostrado que tiene con qué hacer frente.
Frutos
“Había que pasar un mensaje fuerte. La gente creyó en los jugadores”.
Marcelo Gallardo
dt de river plate
No hay comentarios:
Publicar un comentario